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martes, 12 de agosto de 2025

Libro electrónico "Grande Historias de Homeschoolers"

 


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jueves, 1 de octubre de 2009

Aniversario del Opus Dei - 2 de Octubre


Por Cynthia G. de Hernández

San Josemaría Escrivá nació en Barbastro (España) el 9 de enero de 1902. Fue ordenado sacerdote en Zaragoza el 26 de marzo de 1925. Y el 2 de octubre de 1928 por inspiración divina, fundó el Opus Dei (Obra de Dios). Falleció repentinamente el 26 de junio de 1975 en Roma. En ese momento el Opus Dei estaba extendido en los cinco continentes, y contaba con mas de 60,000 miembros de 80 nacionalidades, al servicio de la Iglesia, con el mismo espíritu y unión plena al Papa y a los Obispos, que toda su vida vivió hacia ellos.

El Papa Juan Pablo II canonizó al Fundador del Opus Dei en Roma, el 6 de octubre. El cuerpo de San Josemaría Escrivá reposa en la Iglesia Prelaticia de Santa María de la Paz. Viale Bruno Buozzi 75, Roma.

Mas información sobre San Josemaría en:
http://www.opusdei.org.mx/
http://www.josemariaescriva.info/
http://www.escrivaworks.org/

En esta reducida biografía se encierra una gran enseñanza para todos. San Josemaría, como se dijo por inspiración divina, estando en un retiro espiritual en Madrid, en el convento de los Padres Paúles, escuchando en su habitación repicar el campanario de la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, día de los Santos Ángeles Custodios con palabras suyas dice ¡Ví la Obra, como Obra de Dios, no de ningún hombre!.
El Opus Dei, se resume en la llamada universal a la santidad, San Josemaría que en aquellos años era un joven sacerdote como él mismo se decía “solo tengo la gracia de Dios, 26 años y buen humor”, entendió perfectamente su misión que era la de proclamar por todo el mundo que Dios tenía dentro de sus planes la santificación de todos, lo que la misma Iglesia enseña: “La llamada universal a la santidad”.
Esto nos hace comprender, que la santidad “grande” de altar, no es solo para privilegiados: que a todos nos llama el Señor, que de todos espera Amor: todos estén donde estén, cualquiera que sea su estado, solteros, casados, viudos, enfermos, jóvenes, viejos, niños, cualquiera que sea su profesión u oficio, (mientras esta sea honesta), podemos llegar a ser santos.
Esta vida nuestra, ordinaria sin apariencia, puede y debe ser medio de santificarnos y de ayudar a otros a que se santifiquen, con nuestro ejemplo coherente de cristianos enamorados de lo que Dios nos ha dado y pedido que hagamos, haciendo las cosas siempre por Amor a Él, podremos lograrlo, y luego con nuestro apostolado, sereno, sencillo de amigos, hablando al oído de aquellos que nos necesitan, queriéndolos, aconsejándolos según la vida cristiana nos pide, ayudaremos a muchos a encontrar el amor que Nuestro Señor está esperando para derramar en cada corazón.

En Surco punto 185, que es uno de sus libros dice “Cuando te lances al apostolado, convéncete de que se trata siempre de hacer feliz, muy feliz, a la gente: la Verdad es inseparable de la auténtica alegría”.
El sabernos Hijos de Dios, tener presente siempre esa “filiación divina”, elegidos desde la eternidad para gozar con Él aquí en la tierra y luego en el Cielo, no puede hacernos infelices, sino fuertes, y generosos para poder ayudar a Cristo a cargar su Cruz.

Su Cruz, su Santa Cruz es el mundo, somos nosotros mismos, entonces ¿con qué es lo que tenemos que ayudarle principalmente? con nuestra conversión diaria (“ahora comienzo”), caer y levantarse, comenzar y recomenzar, cumpliendo su Sabia Voluntad, y con esa preocupación constante de ayudar a otros en sus vidas para que lleguen al cielo. Pregúntate sinceramente en el fondo del alma: ¿Es mi prioridad llegar al Cielo?, ¿me interesa ganarme el cielo, pero no hasta el último momento?
Te cuento algo muy personal: una vez al estarme confesando con mi director espiritual al cual respeto mucho, me dice ¿Oye Cynthia, tú has de ser muy devota de San Dimas verdad?, me quedé callada sin saber que responder porque, de hecho, a este santo en particular no es que sea muy devota, después de unos instantes de reflexión me animo a decirle:¿padre por qué me lo pregunta? y él me responde, es que con todo lo que me has dicho……., tú lo que estás buscando es salvarte hasta el último momento. Me hizo reír su comentario, pero me dejó pensando. Sí Dios necesita que nos comprometamos desde hoy, desde este instante y no ser mediocres en nuestra vida y menos en la vida de Amor hacia Él. Bueno ahora te confieso que lucho por lograr no salvarme hasta el último momento, pero a veces no me sale tan bien.

Otra de las enseñanzas de San Josemaría es que, viviendo esta vida tan sencilla y ordinaria, sin espectáculo, pero con la luz de Cristo, Dios Padre nos da la ocasión de ejercitarnos en todas las virtudes, caridad, fortaleza, alegría, justicia, sinceridad, templanza, pobreza, humildad, obediencia, puntualidad, tolerancia, paciencia y cuántas mas..., a semejanza de cómo las vivió Jesús y su Santa Madre.

Sin abandonar lo que hacemos, ahí en lo que estamos haciendo hoy, es donde el Señor, (si no nos ha llamado a la vida religiosa), necesita de nuestra vida limpia, para animar a otros a seguirlo, pero seguirlo de cerca, sin miedo.

Explico lo de la vida religiosa: Los religiosos, han de separarse del mundo, su vocación así lo requiere, muchos santos y grandes han sido religiosos, pero la llamada universal a la santidad, habla a la mayoría de las personas y esto es algo mas que señala el Opus Dei, que no necesita la persona apartarse de sus quehaceres, sino que en su propia casa, oficina, en el hospital, en fin en medio de la calle, podemos todos hacernos santos. Y como ya dijimos antes la santidad no es cosa de privilegiados.

“Nuestra celda es la calle”
Repetía alegremente y con la seguridad porque así lo vivía San Josemaría.

La celda para un religioso es el lugar, donde en la intimad reza, y pasa su vida cumpliendo su vocación, además por supuesto de hacer otras muchas cosas.

Pero para los que no somos religiosos, la calle, nuestro lugar de trabajo, es en donde ordinariamente rezamos, hablamos con Dios, hacemos apostolado, lo contemplamos, reconociéndolo en cada persona, en la naturaleza, en cada actividad.

La alegría era algo característico de su vida, “Que esté triste, el que no se sepa hijo de Dios”. Esta alegría de saber que Cristo ha venido a enseñarnos como hemos de comportarnos en nuestra vida ordinaria, que ha vivido como uno de nosotros en la tierra, ha sufrido y muerto y resucitado, para abrirnos las puertas del Cielo, tiene que mantenernos felices, ¡felicísimos!.

Hace unos días, exactamente una semana tuve la gracia de Dios de estar en Tierra Santa, pisar donde pisó Cristo.

Uno de entre los muchos lugares que visitamos fue el Muro de las Lamentaciones, lugar en el cual nuestros hermanos de fe judía, a quienes respeto y amo, siguen esperando que ese Redentor prometido, venga a salvarlos, van ahí a rezar y a pedir perdón por los pecados que han cometido. Y me dijeron que no se retiran de ahí hasta que su corazón se siente en paz, pueden a veces pasar todo el día incluso.

Los vi llorar, llorar de dolor, y rezar y pedir, para que pronto se cumplan las profecías. Yo también lloraría si no tuviera a Cristo junto conmigo, todos los momentos de mi día, con la certeza de que ya ha venido a salvarme y me espera en la Comunión para amarme y entregárseme por completo. De que en el confesionario está Él mismo en la persona del sacerdote para decirme: “Vete en paz, tus pecados te son perdonados”. He irme con esa certeza.

En esa visita yo también lloré, y lloré por el sufrimiento de mis hermanos judíos y pido a Dios nos haga con su gracia, muy coherentes, para que con nuestra vida podamos ayudar a muchos que se ven en circunstancias parecidas, sin saber que Cristo ya está con nosotros Resucitado. En una palabra que con nuestras vidas sembremos esas tres Virtudes Fe, Esperanza y Caridad.

Para mí fue una experiencia muy grande de hecho dentro del muro hay unos huecos pequeños donde ellos mismos ponen peticiones en pequeños trozos de papel, yo puse uno, pedí por el Ecumenismo y la unión de los cristianos. Que todos nos reunamos en el corazón de la Iglesia Católica y que reconozcamos al Papa como nuestra cabeza y sucesor de Cristo.

Siguiendo con las enseñanzas de San Josemaría, algo que por el Espíritu Santo entendió también es que la vida oculta de Nuestro Señor, no fueron años inútiles, sino que contienen una riqueza enorme para nosotros las personas que vivimos una vida ordinaria y escondida también, los 30 años que pasó sujeto a sus padres, obedeciendo y trabajando como uno de nosotros, nos dan una claridad de lo hermoso que es nuestra vida aunque nunca nadie note o se percate de lo que hacemos.

Todo lo que hace Jesucristo, por el simple hecho de que es Dios, es santo aunque fuera algo pequeñísimo. Es algo mas del espíritu de la Obra. “La santificación a través de las cosas pequeñas”. Así que imagina cuántas cosas que tú haces semejantes a las que hizo Él, comer, descansar, trabajar, estudiar, relacionarse con sus vecinos, ser amigo, acudir a un compromiso social, conversar con sus padres, María y José, obedecerlos, ayudar en los quehaceres de la casa, limpiarla, jugar, reír, padecer una simple enfermedad, sufrir al ver enfermo a su padre San José, y luego verlo morir, llorar por un amigo ( Lázaro) cuidar de su Madre, y nosotros igual, el simple hecho de recoger un papel del suelo, apagar una luz cuando no se necesite, no desperdiciar nada, acabar nuestro trabajo con alegría, atender un hijo cuando quizá estamos cansados, disculpar, etc. Etc… si todo esto lo hacemos con el mayor amor primero por Dios y luego por los demás, puedes ser santo.

Este conocimiento de que mi vida aunque esté escondida, o me la pase en una silla de ruedas, o en una cama, mucha gente lo ha entendido y ha decidido vivirla para Dios, ¡decídete tú también! a llegar al cielo saltándote el purgatorio, llegar desde el primer momento después de nuestra muerte a la presencia de Dios, ¡es posible!, pero tiene su costo, ser almas de oración y mortificación (sacrificios pequeños sin que nadie lo note), amantes de los Sacramentos, obedientes de la Iglesia, y al Papa. “Es un camino arduo, pero feliz”, palabras del Fundador del Opus Dei.
Este gran santo, tenía una personalidad sencilla, muy alegre, jovial, y siempre animaba a que nuestra lucha espiritual fuera deportiva, porque el deportista a veces puede lograr sus metas y otros días no, pero nunca deja de luchar por lograrlas. Él repetía ¡Vale la pena, vale la pena!

Dios no se fija en los comienzos, sino en los finales.

Hoy que es día de los Santos Ángeles, acude a ellos como tus aliados en tu vida humana y espiritual.

El Señor nos los regaló desde el primer momento de nuestra concepción, también es un buen aliado en el apostolado.

Llámalo por su nombre y platica también con los ángeles de los demás para que te ayuden. Por ejemplo una madre puede pedirle al ángel custodio de sus hijos para que los cuiden y libren de tentaciones y caídas, un hombre de negocios puede pedirle por alguna gestión o por un mejor trabajo, y así un sin fin de ayudas que podamos imaginar, materiales y espirituales.

Y ayúdate de tu imaginación cuando te encuentras rezando o en la Santa Misa, míralos arrodillados delante de la Sagrada Hostia, y acompañándote cuando lo acabas de comulgar. La Iglesia donde se celebra la Eucaristía, está repleta de miríadas de ellos, adorando a nuestro Jesús.


¡San Josemaría, ruega por nosotros!

miércoles, 19 de agosto de 2009

La Vida de San Juan María Vianney para niños.

En este mes que he dedicado a San Juan María Vianney, te comparto con mucha alegría un cuento para niños de su vida. Le doy gracias a Dios por mi amigo y compadre Federico por invitarme a un nuevo proyecto para enseñar catecismo, que incluirá el cuento, dibujos y música.

La historia la hice pensando en cómo se la contaría a mis hijos pequeños, así que es sencilla y con algunas preguntas para hacerlos reflexionar. Si te gusta y quieres usarla, te recomiendo que la leas primero en voz alta para que te familiarices con el estilo. Notarás que tengo varios puntos suspensivos para indicar una pausa, esto es para darle oportunidad a los niños de imaginarse cosas o preguntarse algo.


San Juan María Vianney, Modelo de Perseverancia

por Xhonané Olivas

(c) 2010 


¿Alguna vez te has sentido desanimado por no lograr lo que quieres?... O ¿has pensado que lo que necesitas hacer es casi imposible?... ¿Qué sentirías después de reprobar dos veces el mismo examen?... o ¿hablarle de Dios a un amigo al que no le interesa saber nada de Él?

Esas cosas que nos parecen imposibles de hacer, nos retan a “perseverar” para lograrlas. Y eso es lo que hizo San Juan María Vianney, también conocido como el Cura de Ars.

San Juan María tuvo que superar muchos obstáculos antes de ser ordenado sacerdote. También tuvo que orar muchísimo antes de ver que el pueblo de Ars regresara a Misa… y por si esto fuera poco, llegó a estar hasta 16 horas diarias sentado, ¡confesando a miles de peregrinos!
Bueno, y ¿cómo fue que San Juan María pudo lograr estas cosas tan extraordinarias? Déjame contarte su historia…

Juan María Vianney nació en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786. Su familia era campesina, así que Juan María creció trabajando en el campo y cuidando rebaños.

Cuando él era niño, empezó la Revolución Francesa; y pocos años más tarde, los católicos practicantes eran perseguidos y amenazados con la pena de muerte. Muchos tenían que ir a Misa a escondidas y los sacerdotes tenían que disfrazarse para que no los reconocieran.

Por esta razón, Juan María tuvo que hacer su Primera Comunión en su casa. Su familia y amigos simularon que descargaban bultos de heno para alimentar al ganado, tapando las ventanas de la casa para que nadie se diera cuenta. ¡Qué valiente el sacerdote que arriesgó su vida para traerles a Jesús Eucaristía! ¡Qué impacto tan grande habrá tenido este testimonio en el pequeño Juan María!

Juan María se conmovió tanto ese día, que no pudo evitar llorar de la emoción, pues amaba mucho a nuestro Señor Jesús…

Cuando cumplió los diecisiete años, su gran deseo era ser sacerdote… a su madre le llegó a decir: “Si soy sacerdote, podría ganar muchas almas para Dios”.

Pero aquí es donde empezaron sus problemas. A su papá no le gustó nada la idea de que fuera sacerdote, pues necesitaba su ayuda en el campo… Juan María tuvo que esperar pacientemente dos años antes de que su papá lo apoyara.

Por fin, a los veinte años, Juan María empezó sus estudios para sacerdote en la escuela de la ciudad de Ecculy, a cargo del Padre Balley.

Estando en la escuela, a Juan María se le hizo muy difícil estudiar. Sus maestros decían: “Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante ¡no se le queda nada!”

¡Pobre Juan María! ¡Qué desanimado se habrá sentido! “No logro guardar nada en esta mala cabeza”- él mismo decía. Con mucha tristeza, decidió regresar a su casa… pero Dios tenía otro plan para él… el Padre Balley, vio su gran vocación y se ofreció a ayudarle.

Juan María estudió con el Padre Balley por tres años para prepararse para el examen que tenía que presentar en el seminario….y cuando todo parecía que iba muy bien, le dieron la noticia de que ¡no había pasado el examen! ... En ese tiempo era requisito saber Latín para ser sacerdote y Juan María, desafortunadamente, no logró aprenderlo…¿Qué harías tú si te pasara algo así?... ¿Lo intentarías de nuevo?... ¿Crees que Juan María se rindió?...


El Padre Balley se dio cuenta del gran amor a Dios y del gran deseo de ser sacerdote que Juan María tenía, que hizo todo lo posible para recomendarlo con el Sr. Obispo, el cual, finalmente dijo – ”…que sea ordenado sacerdote, pues aunque le falten conocimientos, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás”.

¡Por fin! Juan María fue ordenado sacerdote el 13 de agosto de 1815. Había logrado su mayor anhelo: ¡ser un sacerdote de Dios!

Este gran deseo y su gran amor a Jesús Eucaristía, le ayudó a perseverar y a salir adelante a pesar de sus dificultades para el estudio y los obstáculos que se le presentaban…y ¡quién iba a decir que él, sería más tarde, el sacerdote más conocido de su tiempo!!

Después de trabajar tres años con el Padre Balley como su asistente, lo mandaron al pueblo más pobre y aislado de Francia: Ars. El Padre Vianney tuvo que caminar 38 km desde Ecculy para llegar ahí…¡es como si tú caminaras 95 canchas de futbol, una tras otra!

En su viaje, como no sabía como llegar, le pidió a un pastorcito que se encontró por el camino que le indicara dónde estaba Ars. Después de mostrárselo, el Padre Vianney le dijo: "Tú me has enseñado el camino a Ars, y yo te enseñaré el camino al cielo"… ¡Qué hermosas palabras tan alentadoras!... Hoy, en Ars, hay una estatua que recuerda este momento tan especial.

Cuando llegó al pueblo de Ars, ¿qué crees que encontró?... Vio que a la mayoría de la gente le gustaba divertirse bailando y tomando y que no se acercaban a las cosas de Dios. A Misa sólo asistía un hombre y algunas mujeres. ¿Tu crees que un sacerdote con poca experiencia y con poca capacidad para el estudio pudiera ayudar a este pueblo tan indiferente a Dios?...

Pues el santo Cura de Ars no se dejó desanimar por eso; más bien, se decidió a entregar su vida, por completo, por la conversión de todos ellos. La forma en que lo hizo fue: mucha oración, mucho sacrificio, y sermones muy directos que ayudaran a evitar el pecado.

El Padre Vianney pasaba horas en oración, pues decía: "Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las horas de prueba”… y sin duda, buscar la conversión del pueblo de Ars, ¡era una gran prueba para él! Pero el amor a Dios y a su pueblo era mayor; a Dios le decía: “¡Te amo, oh Dios mío! Mi único desea es amarte hasta el último suspiro de mi vida.”

También dedicaba muchas horas a la preparación de sus sermones y otras tantas frente al Santísimo para encomendarse al Señor. Y aún así, varias veces, al empezar a predicar en Misa… ¡se le olvidaba lo que había preparado!… Esto puede desanimar a muchos, pero no al Padre Vianney, no al santo Cura de Ars.

San Juan María, buscaba cualquier oportunidad para ofrecer sacrificios. Por ejemplo, dormía muy poco; a veces apenas dormía 3 horas al día… y muy seguido comía sólo papas cocidas…

Lo poco que él tenía, se lo daba a los pobres… su hermana Margarita, contó de él esta anécdota: “Un día de invierno, el señor Balley, dijo a mi hermano: ‘Vé a Lyon a visitar a esta señora. Es importante que te arregles bien y que te pongas los mejores pantalones. Al regresar, llevaba unos calzones destrozados. Entonces el señor Balley le preguntó qué había pasado, y contestó que había encontrado en su camino a un pobre medio muerto de frío, y movido por la compasión, le había cambiado los pantalones nuevos por sus calzones viejos y rotos"

¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de hacer algo así?

La gente empezó a ver todo lo que el Santo Cura de Ars hacía…y así, ¡empezó a hacerse popular! Tan buscado era, que hasta venían personas de otros lugares para escuchar sus sermones y confesarse con él. La gente empezó a decir que él era un santo; cosa que a él no le gustaba, porque se consideraba un pobre pecador.

Cuando el Obispo se dio cuenta de esto, mandó a un mensajero para que escuchara sus sermones y le trajera un reporte de lo que estaba pasando.

Al regreso, el Obispo le preguntó: “¿Y bien, tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney?Sí, Monseñor, dijo el mensajero, tienen tres defectos. Primero, son muy largos. Segundo, son muy duros y fuertes. Tercero, siempre hablan de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el juicio, el infierno y el cielo”.

“Bueno, ¿y tienen también alguna cualidad? – preguntó el señor obispo.

El mensajero contestó:“Sí, tienen una cualidad: las personas se conmueven, se convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes”.

Entonces el Obispo dijo: “Pues si es así, por esta última cualidad, creo que se le puede perdonar al Cura de Ars los otros tres defectos”.

Con la visita de tantas personas, entre 300 y 400 por día, tenía que confesar durante largos ratos. Llegó a estar en el confesionario ¡hasta por 16 horas diarias! ¡En su último año de vida, se dice que llegaron a visitarle cien mil peregrinos!

Estando en el confesionario, a veces sufría mareos y se le entumían las piernas. Sentía que se congelaba en el invierno y que se deshidrataba en el verano… pero nada detenía su celo por la salvación de las almas. Él quería que todos supieran que ¡Dios nos ama! Podemos decir que San Juan María, de modo heroico, ¡entregó su vida por amor, en el confesionario!

Muchas personas hicieron peregrinaciones a Ars, en vida de este santo … En esa época se hablaba de él, como nosotros hablábamos de su Santidad Juan Pablo II, el Padre Pío o la Madre Teresa de Calcuta, cuando todavía vivían.

A él venían todo tipo de personas: obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes, enfermos…Todos ellos querían conocerlo…con algunos de ellos, Dios le dio el don de ver sus pecados, y, a muchos les llegó a decir los pecados que no confesaban…¡qué tranquilos y agradecidos se habrán sentido después de reconciliarse con Dios!

Y así vivió 45 años como cura de Ars. El secreto de San Juan María era “darlo todo y no conservar nada” … darlo todo por amor a Dios, su oración era: "Dios mío, concédeme la gracia de amarte tanto cuanto yo sea capaz". Ojalá que puedas recordar estas palabras para que tú también le puedas decir a Dios, “Dios mío, concédeme la gracia de amarte tanto como sea capaz”.

Imagínate, este hombre al que no aceptaban para ser sacerdote, fue declarado “patrono de los sacerdotes de Francia” en 1925… y en 1929, cuatro años más tarde, fue declarado «patrono de los sacerdotes del mundo» por el papa Pío XI …

A San Juan María, nunca lo dejaron salir de Ars y él obedeció. Pero ahora, Dios quiere que todo el mundo sepa de él; Dios quiere que imitemos sus virtudes y que nos sintamos inspirados por su ejemplo. Por eso, del 19 julio del 2009 al 19 de julio del 2010, el papa Benedicto XVI declaró el “Año Sacerdotal” y escogió a San Juan María como modelo a seguir para los sacerdotes de hoy.


Recuerda la vida de San Juan María Vianney y pide su intercesión cuando sientas que no puedes lograr lo que te piden en la escuela, en tu familia o en cualquier otra circunstancia.


¡No tengas duda de que Dios, también a ti, te dará la perseverancia que necesites!




San Juan María Vianney, ¡¡ruega por nosotros!!
Edición de Miguel R. Olivas-Luján, Ph.D.
Bibliografía:
http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/juan_vianey_8_4.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Mar%C3%ADa_Vianney
http://www.franciscanos.org/bac/jmvianney.html
http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=233
http://www.diocesistoluca.org.mx/noticias/index.php?option=com_content&task=view&id=2367&Itemid=9
http://elcuravianney.com/
Foto de Catholic Cuisine.com

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