Por Cynthia G. de Hernández
El tema de amistad en nuestro tiempo, está confuso, se ha utilizado, manipulado, y lo que único que ha producido es la frustración de no poder vivirla. Quien no tiene amigos va por la vida solo, sin ilusión, pues no hay nadie que le empuje a tener la capacidad de abrirse a otros.
La felicidad humana es algo que cada persona ha de buscar y encontrar y la amistad es uno de esos caminos. Dice C. S. Lewis, en un excelente libro titulado “Los cuatro amores”, que la amistad hoy es considerada «algo bastante marginal, no un plato fuerte en el banquete de la vida... Pocos la valoran, porque pocos la experimentan».
¿Hay algo menos obligado que los amigos?
La amistad, primero comienza en la camaradería, en pasar ratos juntos de diversión, luego necesita de tiempo, esfuerzo para crecer y de ganarnos la confianza del amigo y todavía mas, hacernos dignos de su amistad.
Ser sólo un poco conocidos, no es amistad ésta, si es verdadera, aguanta, no se rompe por cualquier desacuerdo. Consiste en mantenerse amigos aún en el desacuerdo. No es parte de la amistad estar de acuerdo en todo, es imposible y necesario a la vez. Podemos coincidir en lo básico. Pero un acuerdo total es imposible. Tener diferencias es saludable si se mantiene el diálogo.
Pero la auténtica amistad madura con el tiempo, con la vida, con los años. A veces van cambiando las circunstancias de los amigos, vienen situaciones nuevas, quizá distancia física, y la vida del otro se vuelve diferente a la nuestra. Se hace más difícil entonces compartir las diversiones, como hacíamos antes.
Pero el amigo nos interesa, no sólo por lo que dice, o por lo que podemos compartir lado a lado sin distancias. El amigo nos interesa por lo que es.
La ayuda mutua, lealtad, incondicionalidad, frases como: «esto no se le hace a un amigo». Nos hacen saber que la amistad auténtica es comprender y compartir el sufrimiento y el gozo del otro, y ayudarle en su tarea. Por mas alejado físicamente que pueda estar.
¿Me doy el tiempo, hago el espacio en mi vida para que quepa la vida y necesidades de mi amigo? ¿Sé dejar a un lado sacrificadamente para dar la mano y sentir sus problemas o alegrías como míos?
Dice Pieper que la amistad se nota en el hablar sin disimulo: el amigo es la persona con la que se piensa en alto, con la que se habla sinceramente, aquel con quien somos sinceros. Con el amigo no nos andamos con remilgos, es aquel con quien nos podemos sincerar. La amistad es ámbito de intimidad. Al amigo se le introduce en casa, el lugar donde somos por fuera como por dentro. No es una visita. Forma parte de nuestro hogar.
C.S.Lewis dice <el amor humano, son dos cuerpos desnudos frente a frente. La amistad son dos almas desnudas, también frente a frente>
Saber dialogar es ir del desacuerdo al intercambio de opiniones, y dejarse convencer solamente si el otro tiene razón y si lo que dice es verdad. Eso es ser amigos. “Los pequeños círculos de amigos, que dan la espalda al mundo son los que lo transforman”. Lewis
¿Reconozco que yo solo, veo la mitad, y cuando junto con el amigo trato de ver con sus ojos aumenta mi capacidad y conozco mejor la realidad?
La amistad es humildad al saber escuchar y tratar de comprender su punto de vista. La amistad anima al otro a salir de la indiferencia , le ensancha el corazón. Y le ayuda a salir de lo que solo a él le interesa. Le hace capaz de poner atención a cosas grandes y siente la fuerza de no estar solo para sacarlas adelante, le da energía.
Sólo las personas podemos ser amigas. La persona es un ser generoso, la persona es el único ser que puede dar sin perder. Veamos en los ejemplos de los santos, que se entregan totalmente y en lugar de perder nada ellos mismos, aumentan su capacidad de ser, no se agota su persona sino que se engrandece.
La única manera de ser joven, es vivir de tal forma que siempre se está amaneciendo y no en el atardecer, pues el día igual que la persona, al comenzar tiene la capacidad de dar mucho de sí.
La amistad da lo mejor que tiene desinteresadamente. Por eso, lo más opuesto a la amistad es usar al otro. Cuando el otro es utilizado para conseguir egoístamente algo, la amistad se degrada.
Desgraciadamente en la práctica, el interés personal, sacrifica la amistad. Primero mantiene unas relaciones humanas «amistosas», pero superficiales, que no aguantan el tiempo ni las dificultades. Luego en segundo lugar, esta supuesta amistad, llega hasta donde coinciden nuestros intereses. No más allá. Y así se viven las relaciones entre «amigos»: una separación amable al dejar de coincidir, una incapacidad de desatender mis «problemas» para «cargar» con los del otro. La amistad requiere el dar al otro lo que necesita, y eso es justicia. Porque se trata de dar constantemente, no una sola vez.
¿Doy al otro, a mi amigo lo que necesita para ser feliz? ¿No importa cuántas veces, estoy ahí para ser su confidente? ¿para tenderle una mano?
Para que nosotros seamos felices los demás también han de serlo. Los amigos se deben honor, estima, confianza, pero ser amigo es también saberlo corregir, cuando el amigo se porta mal y no se le corrige nos convertimos en aduladores, cómplices o indiferentes, pero no somos verdaderos amigos.
El ser humano está necesitado de darse, y el amor de amistad es eso. Lo contrario es el egoísmo que es la incapacidad de dar algo, que al fin nos llevará a la infelicidad y provocará la infelicidad de muchos.
Si no tengo amigos soy pobre, la riqueza de los amigos no la llena absolutamente nada. Pasaremos nuestra vida en soledad.
Dice un dicho hindú en la película La ciudad de la alegría: «Todo lo que no se da, se pierde».
No compartir lo mío es perderme, empobrecerme, porque entonces no puedo recibir nada.
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