El domingo pasado celebramos la Solemnidad de Cristo Rey en casa, después de ir a la Santa Misa... una tradición que guardamos en nuestro corazón desde que nuestros hijos eran pequeños. A través de los años, preparar una mesa especial, encender una vela, rezar juntos y proclamar ¡Viva Cristo Rey! se convirtió para nosotros en una manera sencilla y hermosa de recordar que Jesús es el centro y Señor de nuestra familia.
Los hijos crecieron, la vida cambió, y varios de mis hijos ya no están en casa… pero Cristo sigue reinando en nuestro hogar. Este año invitamos a unos amigos a compartir la mesa, a celebrar juntos y a unir nuestras voces en la
oración de consagración a Cristo Rey del Papa Pío XI. Fue un momento de fe compartida y de gratitud a Nuestro Señor que tanto nos ama.
Las tradiciones no tienen que ser perfectas, grandes ni complicadas. Son semillas. Pequeños gestos que, repetidos con amor, van formando en nosotros y en nuestros hijos un corazón que sabe a quién pertenece. Un corazón que reconoce a Cristo como Rey:
Rey de nuestros pensamientos, de nuestros deseos, de nuestro tiempo, de nuestra vida familiar.
Quisiera animar a todas las familias a crear sus propias tradiciones de fe. No importa si los hijos son pequeños, adolescentes, adultos o si el hogar está pasando por un nuevo capítulo. Siempre es tiempo de volver a poner a Cristo al centro. Una oración juntos, una velita encendida, una mesa sencilla preparada con amor… todo eso es terreno fértil donde Dios obra:
Señor Jesús, Cristo Rey del Universo,
reina en nuestras casas y en nuestros corazones.
Que Tu paz habite en nuestras familias,
que Tu luz ilumine nuestros caminos
y que Tu amor sea el fundamento de todo lo que hacemos.
Te consagramos nuestro hogar:
nuestras alegrías, nuestras penas,
nuestros proyectos y nuestro futuro.
Haz de cada mesa un altar sencillo,
de cada momento compartido una gracia,
y de cada familia un pequeño reino donde Tú seas amado.
¡Viva Cristo Rey! Amén.
Aquí hay algunas fotos:
Este año coincidió que también fue la fiesta del
Beato Padre Miguel Agustín Pro, mártir mexicano de la persecusión cristiana en a principio del siglo pasado. Este es un icono que conseguimis en la iglesia La Sagrada Familia, en donde están sus restos en la Ciudad de México. Ahí hay un
museo con fotos y reliquias de él:
Todo por amor a Cristo,
Xhonané
