Lo que sabemos de Santa Mónica es gracias a las confesiones de su hijo San Agustín. Él es quien nos dice todo lo que ella oró y lloró por su conversión. Yo creo que muchas madres nos podemos identificar con ella y hemos buscado su intercesión. ¿Quién no ha llorado por un hijo?
Este es un postre muuuy sencillo, es simplemente una galleta que decoramos con una lágrima para recordar que a veces, buscar la conversión de algún familiar no es fácil y que nos puede costar hasta las lágrimas.
¡Santa Mónica, ruega por nosotros!
¡Todo por amor a Cristo y a su Iglesia!
Xhonané
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